Según un estudio del CSIC, hace seis millones de años este mar acumuló acumuló hasta el 10 % de la sal de los océanos tras un proceso tectónico que dificultó el intercambio de agua con el Atlántico.
El Mediterráneo se convirtió en una inmensa salina que acumuló hasta el 10 % de la sal de los océanos, hace seis millones de años, tras un proceso tectónico que dificultó el intercambio de agua con el Atlántico, según un estudio difundido hoy por el Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC).
El estudio, que aparece publicado en el último número de la revista Nature, pone de manifiesto que durante al menos 100.000 años y dentro del periodo Mesiniense, ambos mares estaban conectados por unos canales o estrechos que se extendían a través de la cordillera bética y la cordillera marroquí del Rif, con una profundidad de entre 10 y 30 metros de profundidad. Un movimiento de las placas tectónicas propició el levantamiento de estas cordilleras por lo que los canales se estrecharon hasta que se impidió la mezcla de aguas entre las dos cuencas, ha explicado el director del estudio e investigador, Daniel García Castellanos. «En el Mediterráneo se evapora más agua de la que aporta la lluvia por lo que hace 6 millones de años, y durante al menos 100.000 años, el agua del Atlántico fluyó hacia el Mediterráneo, donde se evaporaba hasta llegar a la saturación de la sal, provocando la acumulación en el fondo».
Al reducirse el tamaño de ese estrecho también se redujo el flujo de agua de entrada del Atlántico al Mediterráneo produciendo un descenso del nivel de este y haciendo que la corriente de entrada fuera más fuerte arrastrando a su vez rocas y lodos de su lecho. Para los autores del estudio, se llegó a un «equilibrio dinámico» entre el levantamiento tectónico de las cordilleras que bloqueaban la entrada de agua atlántica y la erosión que se producía en el estrecho intentando agrandar el paso del agua. «La gran cantidad de sal acumulada indica que durante esta etapa salina, el Mediterráneo evaporó unas 50 veces su volumen de agua», ha matizado García-Castellanos.
El equipo de investigadores ha empleado métodos de cálculo numérico para simular el flujo de agua y la erosión producida a lo largo de ese canal de entrada y los resultados indican que la tasa de erosión fue comparable a la velocidad de levantamiento que se produjo en la región. Según este estudio, hoy en día la huella de este levantamiento tectónico se observa en los sedimentos marinos situados cientos de metros por encima del nivel del mar.
Para los científicos, el estudio publicado por Nature podría ayudar a entender el impacto climático de los cambios bruscos en las condiciones ambientales, ya que la acumulación masiva de sal en el Mediterráneo y su posterior desecación influyó en la biología y en el clima, al menos a escala local.
La migración de mamíferos africanos a Europa debido a la desecación está bien documentada (hay restos fósiles de camellos africanos de la época cerca de Valencia), pero no lo está tanto el impacto climático. «Las condiciones extremas que atravesó una región tan extensa hacen de este episodio geológico un laboratorio natural para el estudio del impacto de los cambios geográficos sobre el clima», ha añadido García Castellanos.
Fuente: lavozdegalicia