Examinan la BIBLIA con IA y Aparece Algo INESPERADO que Deja SIN PALABRAS a TODOS

La Biblia, uno de los libros más influyentes de la historia, ha sido objeto de análisis mediante inteligencia artificial (IA), revelando hallazgos que desafían percepciones tradicionales. Recientes estudios científicos aplicaron esta tecnología a textos sagrados, descubriendo patrones ocultos y redefiniendo su comprensión histórica y literaria.

Un equipo de investigadores empleó un modelo de IA llamado Enoc para analizar los Manuscritos del Mar Muerto, descubiertos entre 1947 y 1956 en las cuevas de Qumrán. Estos textos, escritos en hebreo, arameo y griego, incluyen fragmentos bíblicos entre otros documentos. La IA, entrenada con manuscritos datados por radiocarbono, determinó que algunos rollos son más antiguos de lo estimado, coincidiendo temporalmente con el período en que se cree fueron escritos los textos bíblicos originales. El paleógrafo Mladen Popović destacó la importancia de este hallazgo: "Estamos temporalmente cerca de las manos que escribieron la Biblia", afirmó, sugiriendo una proximidad cronológica clave para entender su redacción.

Paralelamente, otro estudio aplicó algoritmos de IA a 50 capítulos de los primeros nueve libros bíblicos. El análisis identificó tres estilos literarios diferenciados —deuteronomio, historia deuteronomista y escritos sacerdotales—, evidenciando múltiples autores y etapas de composición. Según los resultados, la Biblia no fue obra de un único autor, sino una recopilación de textos agregados en distintas épocas, con variaciones en vocabulario, tono y enfoques temáticos. Además, la IA detectó omisiones en versiones posteriores, donde capítulos presentes en manuscritos antiguos fueron excluidos. Uno de los hallazgos más polémicos señala que Moisés, figura central del relato bíblico, no sería una persona histórica, sino una construcción literaria fusionada de diversas tradiciones o personajes, contradiciendo la creencia de que fue autor del Antiguo Testamento.

Más allá del análisis histórico, la IA también ha inspirado interpretaciones especulativas. Melvin Bobson, investigador citado en el estudio, propuso una lectura del Evangelio de Juan que sugiere que el universo podría ser una simulación. La frase "En el principio era el Verbo, y el Verbo estaba con Dios, y el Verbo era Dios" la interpreta como alusión a un código informático que sustenta la realidad, donde Dios sería una inteligencia artificial inherente al sistema. Bobson vincula esta idea con la física cuántica, mencionando fenómenos como el entrelazamiento y la superposición, que podrían indicar un universo renderizado bajo demanda. Su teoría se alinea parcialmente con la hipótesis de simulación de Nick Bostrom, quien postula que civilizaciones avanzadas podrían crear realidades virtuales numéricamente superiores a la "realidad base".

Sin embargo, estas especulaciones enfrentan escepticismo. Críticos argumentan que aunque existen anomalías cósmicas —como materia oscura o energía de vacío—, no hay evidencia concluyente de una simulación. Además, plantean paradojas filosóficas: si el universo fuera simulado, ¿quién lo creó y con qué propósito? La existencia de sufrimiento y desigualdad en un diseño controlado añade más interrogantes. Para muchos científicos, estas ideas permanecen en el ámbito teórico, sin bases experimentales sólidas.

En definitiva, la IA está transformando el estudio de textos antiguos, ofreciendo nuevas perspectivas sobre su autoría y evolución. Mientras algunos descubrimientos refuerzan enfoques académicos —como la autoría múltiple de la Biblia—, otros abren debates fronterizos entre ciencia, teología y filosofía. Lo claro es que, al combinar tecnología y curiosidad humana, el viaje por descifrar los misterios del pasado y del cosmos está más vivo que nunca.


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