De entre las más de 20.000 unidades de basura espacial de más de 10 centímetros, más de alguna deja de flotar en su posición y cae de vuelta a la Tierra. El problema es cuando esta pieza es un satélite completo de 4,5 metros de diámetro y 6,5 toneladas de peso.
El Upper Atmosphere Research Satellite (UARS) fue lanzado al espacio por la NASA en el marco de su programa espacial en 1991, junto con el transbordador Discovery y con la misión de medir los niveles atmosféricos del ozono y otros químicos. Dejó de operar en 2005 y desde entonces se encuentra navegando a la deriva.
Pero eso –según advirtió la NASA– se acabará durante el próximo mes (fines de septiembre o inicios de octubre), cuando el UARS se haya acercado tanto de vuelta a nuestro planeta, que comience a caer. Pese a que una parte importante del artefacto se fragmentará y quemará en su ingreso a la atmósfera, se espera que un resto no menor supere esta etapa y acabe estrellándose. El problema es que hasta ahora la Agencia Espacial no tiene la más mínima idea de si estas piezas impactarán en el mar o en alguna zona más complicada, como alguna ciudad poblada.
Aún así, la NASA se apura en calmar a la gente que pueda tender a desesperarse desde ya y apunta que en más de seis décadas de vuelos espaciales, no hay reportes de lesiones o daños importantes a propiedades a causa de la caída de deshechos espaciales.
Link: Six-ton satellite to plunge back to Earth (Discovery News)